Llevo años, no, décadas enfadada con mi mente. Viendo mi mente como mi enemiga. La he querido enviar a la luna. Destruir. Deshacerme de ella como sea. Porque el corazón es el bueno. Sí, sólo quería quedarme con mi corazón… ¿Te suena? Hoy quiero compartir contigo mi revelación en ese sentido…
Décadas de desesperación llegan al fin…
Durante toda mi adolescencia, recuerdo sentirme culpable por tener la mente que tengo.
¿Cómo puedo pensar estas cosas tan malas? ¡No quiero pensarlas!
Me sentía desesperada, sin saber cómo relacionarme con ella.
¡No para de pensar en círculos! ¡Qué agobio!
Y mi mente seguía, dibujándome paisajes espantosos, incrementando emociones destructivas en mí, dejando lo más aterrador como único camino posible:
Todo, todo es una mierda, ¿no lo ves? Nada vale la pena, estamos perdidos, vivimos engañados y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo…
¡Pero yo quiero vivir!
Declaraba mi corazón, con la fuerza de la alegría y del amor. Mi corazón, tímido, se quedaba demasiadas veces enterrado debajo de la avalancha de pensamientos de mi mente dominante…
Me sentía sola, seguro que era la única con toda esta desgracia en mi cabeza, ¡obvio que nadie más podría ser así! Soy fea, soy una aberración de la vida, soy diferente de los demás en el peor de los sentidos…
Y no, ¡no era así! Qué alivio cuando descubrí que todos y cada uno tenemos un monstruo en nuestra cabeza… Unos más grandes, unos más pequeños. Unos más catastrofistas, otros más apaciguados. Depende del poder que les hemos otorgado…
Empecé mi búsqueda, mi camino. Con muchas ganas de indagar de dónde viene este monstruo, de saber quién soy, de limpiar y sanar todo lo sucio de mí, para poder vivir en paz…
Quería sacar mi mente de mí y lanzarla a la basura…
Las diferentes enseñanzas espirituales que encontraba en mi camino, solo parecían reforzar mi idea: hay que seguir el corazón, la intuición, para evolucionar.
Pero cómo hacerlo si mi mente grita, si su grito llena todo mi mundo interior, si el caos provocado por ella es pura destrucción, desesperación, culpa y la convicción que no podemos hacer nada, nada para evitar la destrucción total.
Mis ganas de sacar mi mente de mi aumentaban, y cuanto más la rechazaba, más gritaba.
Probé técnicas de controlar la mente, pero no estaba preparada. Medité mucho para callarla y así poder escuchar mi corazón.
Pero mi lucha seguía, desesperada. No había manera de sacar mi mente de mí, no la pude destruir, por más que lo intentara… No podía encontrar la paz, seguía la guerra en mí.
Yo seguía la guerra en mí…
Tocar hondo y cambiar de visión
El inicio del cambio en mi relación con mi mente solo sucedió cuando me convertí en mamá. Después de ser madre, el monstruo escondido en mi mente se hizo gigante. Busqué ayuda terapéutica, porque tenía miedo de hacer daño a mi hija si no lo hacía… Por ella, inicié un viaje de autoconocimiento. Acompañada, tenía el valor de mirar los rincones más oscuros de mi yo terrenal…
Todo empezó a cambiar. Lentamente.
Aprendí que no puedo sacar mi mente de mí. Y la acepté.
Aprendí que hay una niña herida escondida, que me necesita.
Aprendí a ubicarme en el corazón, y amar mi mente desde aquí.
Aprendí que mi mente no es mi enemiga.
Y hoy, me di cuenta, que esa mente contra la que luchaba es solo una pequeña parte del todo. El monstruo son los patrones mentales aprendidos de pequeña, voces de mi entorno familiar y programas que mi mente creó para protegerme a su manera y como podía, de las adversidades de mi vida.
La mente es mucho más que sus programas.
Hoy se ha hecho luz. He podido ver qué es esa mente como herramienta poderosa, a nuestro servicio, de la que tanto hablan los maestros. He sentido su poder.
He podido entender, que los programas aprendidos esperan a ser reemplazados. Que yo tengo todo el derecho a cambiarlos, si ya no me sirven. Y que eso solo es posible con amor y teniendo claro mi ubicación interior.
Si te interesa este tema, puedes mirar mi artículo Cómo cambiar y reemplazar un patrón mental viejo por uno nuevo y sano.
Cuando me ubico en mi centro, corazón o esencia ( que es lo mismo para mí) puedo utilizar mi mente como herramienta poderosa para vivir mi vida como yo quiero.
Al entender que todo eso que no me gusta -esos pensamientos que giran y giran solos siempre con la misma energía, diciendo las mismas locuras – son programas caducados de mi mente que yo puedo cambiar, entiendo también que la que manda soy yo.
Sacarme del victimismo – porqué pienso esto, porqué no para, nunca podré salir de aquí… – y decidir ahora y aquí cambiar mis patrones, reemplazarlos por nuevos y sanos, aporta un gran poder.
Y una gran responsabilidad.
Que da miedo.
Y libertad.
¡¡¡Me atrevo a salir de mi zona de confort!!!!
Si quieres pasar ya a la práctica y lo quieres hacer acompañado/a puedes participar en nuestros retos de Me RETO a cambiar, Me atrevo a salir subscribiéndote al blog y enviando un email a meatrevoasalir@gmail.com.
¿Te ha gustado mi artículo Mi mente mi enemiga. ¿Realmente es así?? ¿Has tenido experiencias diferentes? Me encantará que compartas #tumundointerior conmigo…